viernes, 20 de abril de 2007




















Estuvo lloviendo casi todo el día. Bajamos el camino del Sorrosal con los paraguas de colores, escuchando la lluvia y mirando el paisaje velado. Más tarde, cuando llegamos, me fui solo, hacia Fragen, por el camino antiguo. Había cladonias, primaveras, helechos. Encontré una violeta de seis pétalos y unos pocos rayos de de sol de la tarde. El ambiente estaba triste y hermoso. En el borde de un prado había un penitente, recortándose azul sobre la hierba lejana. Quise captar esa sensación de lluvia, ese verde húmedo contra el que se recortaba. En el Pirineo hay muchas tardes así, de lluvia y de colores apagados, tardes que producen una sensación indefinible de melancolía.

1 comentario:

mariposa blanca dijo...

Qué calma y qué paz produce tu blog. Tiene, además, un aire oriental, de aceptación y serenidad, de fugacidad también.
El pirineo es mágico, tanto cuando medita a través de esa penitente azul que cautivó a tu cámara, como cuando gorjea desde sus cumbres nevadas. Saludos.